jueves, 14 de marzo de 2013

Llega un momento en la vida de toda persona en el cual te das cuenta de que estás solo. Totalmente solo. Hay mucha gente a tu alrededor, pero en realidad no hay nadie. Tus amigos, tu familia... simplemente son los que te han tocado. Y sí, a veces estarán ahí.. y a veces no. Pero después de todo, estamos completamente solos.

Como he dicho, todos en algún momento nos damos cuenta de esta triste realidad. La diferencia es que algunos la ignoran, y siguen como si nada. Me atrevería incluso a decir que a la mayoría de la gente se la suda, hablando claro. ¿Y qué si en realidad a tus amigos no les importas una mierda? ¿Vas a venirte abajo? ¿Vas a echárselo en cara? Nada solucionarías así. Así que es mucho más fácil ignorar, ignorar e ignorar. 


A mí sinceramente, me cuesta ignorar. Lo intento... joder que si lo intento. Pero me es complicado. Llamadme rencorosa o lo que queráis. Quizá no me guste aceptar la realidad. Pero COÑO, creo que tengo derecho a, al menos por un tiempo, estar jodida porque de repente me doy cuenta de que no le importo a nadie. De que todo, absolutamente todo, se mueve por intereses. Hasta la más mínima idiotez, es por puro interés. Por puro egoísmo. Y creo que si en algún momento de la vida nos damos cuenta de algo así, no podemos IGNORAR, no podemos hacer como si nada. Al menos durante un tiempo, un maldito tiempo de luto. Porque la amistad incondicional de repente HA MUERTO para ti. Y eso que, realmente, siempre ha estado muerta. 


Entonces ahora debo pensar qué debo hacer. ¿Aprendo a ignorar? ¿O me encierro en mi casa y no salgo jamás? Porque si decido no ignorar algo así, no sé cómo narices voy a encontrar un motivo para seguir. 

Ahora mismo no tengo ni idea de cuál es el motivo por el que me levanto cada mañana, y creo que lo desconozco porque me horroriza pensar en ello. Me horroriza ponerme a pensar, y darme cuenta de que en realidad ese motivo no existe. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario